Hoy soy más egoísta que nunca. Hoy no solo me voy a regocijar en mi
propio sufrimiento. No, eso ya no me basta.
Hoy lo comparto y te hago
cómplice, lector.

jueves, 6 de octubre de 2011

Y el otro día aprendí a hacer arroz.

Hola, si, ¿te acordás de mi? Soy la estúpida que cada tanto se siente feliz -no intento rimar, pero cada tanto la costumbre de cantar canciones depres para sentirte peor salta y se te pega- y cada tanto vuelve a la costumbre autodestructiva.


¿Igual o pero? Diferente, ¿pero... diferente igual o peor? Ya no me doy cuenta... la costumbre es la misma. La que no es la misma es la bólida.
Y bue, las bólidas somos así. A veces podemos y a veces no, quiero decir que a veces podemos intentar mantenernos lejos de la autodestruccion pero de repente nos damos cuenta que va mas allá de alejarse porque es un estilo de vida que nos va bien. Nos va bien a pesar de todo, a pesar del novio, del perro, del depto en Palermo, del placard lleno de cosas que me hicieron sentir bien hasta que llega la cuenta de la tarjeta.


Como todos sabemos, la VISA nunca miente.
Y sin embargo, me niego a irme. Quiero sentir un poquito mas de ese calorcito que me embuelve -gracias a la manta de corderito, el sillón y la tv... al novio y al perro intento ignorarlos un poquito, para que me sea mas fácil irme-.


Y, mientras tanto, el otro día aprendí a hacer arroz.

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