Hoy soy más egoísta que nunca. Hoy no solo me voy a regocijar en mi
propio sufrimiento. No, eso ya no me basta.
Hoy lo comparto y te hago
cómplice, lector.

jueves, 1 de julio de 2010

CRONICAS DE UNA MUJER DESESPERADA II

Un aplauso al que invento la planchita... ¡MUERTE EN LA ORCA AL QUE INVENTO LA MAQUINITA ELÉCTRICA!
Cuando era joven -hace unos dos o tres años atrás- y todavía tenía un mínimo interés en mi estado físico -porque era obligatorio- tomaba clases de natación -repito: era obligatorio-. Para ese entonces, después de descubrir que la gillette no era el diablo, pero si algo bastante parecido, decidí probar con la maquinita eléctrica.
Elegir una de esas es la cosa mas triste en el mundo de los artículos para el hogar: es incomodo para vos, para el vendedor y, en ese entonces, para mi papá, que era el que pagaba. Cuando nunca has visto una de esas funcionar, a pesar de que en la caja muestren a una chica de apariencia muy alegre, una debería suponer que no va a ser una buena experiencia después de que el vendedor la conecta para probarla y sin importar que incluya un masajeador o un cúbito incorporado, el sentido común debería hacer acto de presencia y gritar ¡PELIGRO PELIGRO PELIGRO! al primer sonido de cientos de cuchillas esperando arrancarte la piel.
Cuando logramos shockear al sentido común -mejor dicho, mientras aun agoniza tirado en el piso mas blanco que una tiza- conectamos el aparato, hacemos varios intentos de hacercarlo a nuestra pierna -la pierna siempre es el lugar del primer intento- y al primer tirón la apagamos y juramos no volver a tocarla... hasta que recodarmos que es de necesidad inmediata y nos entregamos a la tortura.
Seis meses después de uso continuo la usamos con los ojos cerrados, sabemos qué esperar y que es -casi- soportable. Nos acostumbramos y llega el invierno, los resfrios y las razones mas obvias -y estúpidas posibles- por las que no depilarse.
El ciclo se repite una y otra vez: "Me niego a volver a tocar esa cosa...".

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