Hoy soy más egoísta que nunca. Hoy no solo me voy a regocijar en mi
propio sufrimiento. No, eso ya no me basta.
Hoy lo comparto y te hago
cómplice, lector.

lunes, 5 de octubre de 2009

PRINCESAS DIABÓLICAS (Lo que Disney no nos dijo)

Nuestras madres nos llevaron a ver todas y cada una de las películas de Disney sin saber que estaban criando a una generación de Cenicientas sin zapatitos de cristal. Crecimos con enseñanzas tales como "La envidia, y el no saber aceptar con humildad el éxito ajeno, conducen hasta la muerte del alma con el cuerpo vivo" y "No se debe despreciar al humilde, siempre tiene tesoros que no se ven", con la promesa de que "Cuando las circunstancias son propicias, las dificultades se desvanecen".
¡Vamos, chicas! No se hagan las inocentes que tampoco cumplimos las enseñanzas a raja tabla... y mucho menos después de que la promesa fue rota.
Mientras nosotras crecíamos para ser heroínas no nos dimos cuenta que junto a nosotras corría una linea paralela sobre la que crecían nuestros compañeros de cama y nunca nos explicaron que si decidíamos ser quien salvara el día al final del cuento les quitábamos la oportunidad de llevar la capa y montar el corcel blanco.
Así es que me he decidido a contar MI versión de las historias de princesas mas conocidas: PRINCESAS DIABÓLICAS.

2 comentarios:

Ale Guevara dijo...

Un dia decidi ser principe, me levante y busque un pueblo triste.
Encontre uno donde me dijeron que la joven mas bella se encontraba presa de un malvado dragon y yo decidi rescatarla.
Al llegar alli me encontre a la joven regañando al dragon, mientras lo golpeaba con una fina rama de roble, por no pintar la torre de rosa como ella se lo habia pedido, mientras el pobre dragon prometia entre sollozos hacerlo esa misma tarde.
Me dirigi a la joven y le ofreci montar mi fiel corcel y volver a su pueblo; se rio de mi y me dijo que no volveria a aquel cochino lugar, donde la mujer estaba condenada a fregar la ropa de su marido, menos con lo bien que iba el microemprendimiento de trenzas postizas.
Monte en mi caballo y regrese a mi escritorio a seguir haciendo conciliaciones bancarias.

Anónimo dijo...

jajajja Gracias, Fede! No sabes cuanto me rei al leerlo! Muy buena la reflexión!!