Hoy soy más egoísta que nunca. Hoy no solo me voy a regocijar en mi
propio sufrimiento. No, eso ya no me basta.
Hoy lo comparto y te hago
cómplice, lector.

jueves, 2 de septiembre de 2010

AYER, una vez más

Y otra vez lo mismo... esta vez en el remis.
No faltaban ni dos cuadras para llegar a casa y la angustia me tomo por sorpresa. ¿Se sigue llamando angustia cuando es un estado tan... diario? La promesa de llegar a casa, de refugiarme del frió, del agua... nada. A penas pude preguntar "¿Cuanto es?" porque ya los lagrimones se me escapaban... ¿Y como entro a casa? Entro y punto. Pensar no sirve... es peor, hace que todo sea peor: imaginar situaciones en las que tengo que dar explicaciones, en las que tengo que hablar con gente, en las que me tengo que mirar al espejo... todo eso lo hace peor. ¡Mi rutina con el cepillo de dientes es insoportable!
Y sin embargo entro y el calor me agobia... sin una mueca en la cara de lo que podía ser tristeza... quizás cansancio, pero el cansancio esta bien... significa que hoy viví. ¡Hoy hice algo de mi vida! Eso simplemente me hace llorar otra vez, ahora que no estoy tan sola... hoy que mas lo necesito la casa no duerme... todos pululan, esperan las doce. ¿Me convertiré en una persona más entera? ¿Las arrugas, la celulitis, la ciática? No se. Tiene que pasar algo porque sino todos se van a decepcionar.
"¿Era por eso que llorabas?"- me pregunto a mi misma.
Y la respuesta es "No". Ya no tengo miedo a despertarme sola un día mas... vieja.
Otra vez estoy temblando... y faltan dos minutos. No, no es el frió. Es algo mas y no se que es. Ayer tuve un flash... era ella con zapatos verdes y bolsas de regalo. Es así, a veces veo cosas que deberían estar pasando y porque no, no son.
Mejor me enderezo y me tranquilizo. Otra vez, lo que realmente necesito es una ducha bien caliente.

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